Frédéric Beigbeder: Oona y Salinger

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Frédéric Beigbeder: Oona y Salinger. Francesc Rovira (tr.). Barcelona: Anagrama, 2016.

Beigbeder comienza afirmando que la suya es una novela de no ficción, una facción, al estilo de A sangre fría de Truman Capote. El autor francés recrea la historia de amor entre J. D. Salinger y una  jovencísima Oona O’Neill, hija del dramaturgo Eugene O’Neill y futura esposa de Charlie Chaplin.

El epígrafe del primer capítulo nos da la clave de lo que son en general todas las novelas de Beigbeder: «¿Sabré contar algún día algo que no sea mi historia?»

Al igual que Salinger y Chaplin, Beigbeder también ha terminado casándose a los cincuenta con una modelo mucho más joven, Lara Micheli. Al igual que Oona fue feliz regalándole ocho hijos a Chaplin, Beigbeder ha encontrado la felicidad en un bebé al que le ha puesto el nombre de su heroína, Oona (del gaélico y significa One, Única).

De eterno adolescente rebelde con un trastorno gerontofóbico (Holden Caulfield) a feliz cincuentón padre de familia. Ésta es, según Beigbeder, la única piedra filosofal, el pasaje secreto hacia la felicidad.

Lo siento, pero no encontrará el lector reflexiones mucho más profundas en la novela:

… el hombre maduro elige a una mujer joven porque ésta le garantiza, hasta su muerte, que se le corte la respiración cada vez que la vea salir del baño. Y la joven está contenta de ser tan admirada, sobre todo si ha tenido problemas paternos… (p. 163)

Para un hombre, la felicidad llega cuando una mujer lo libera de todas las demás mujeres: de pronto se siente tan aliviado que tiene la sensación de estar de vacaciones. (p. 173)

A pesar de ser un fracaso literario, biográfico y filosófico, tengo debilidad por el autor y por el tema, así que del libro me han gustado algunas cosas: su habilidad de publicista para provocar o arrancar una sonrisa con dos o tres líneas, la explicación de por qué los patos no abandonan Central Park en invierno, ‘Love is a touch and yet not a touch’, las categorías de pretendientes (desconsolados, suicidas, chulos, narcisistas, antieróticos…), lo que no se cuenta a los franceses sobre el Desembarco, la idea de que «en la obra de Salinger la guerra es una enorme elipsis» y Oona…

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A la editorial Anagrama un cero por imprimir dos faltas de ortografía tan irritantes como «fruta madura, colmada de sabia…» y «la huella de su mano gravada frente al Chinese Theatre». Parece que hubiesen despedido a todos los correctores de pruebas.

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