Slavoj Žižek: En defensa de las causas perdidas

Slavoj Žižek: En defensa de las causas perdidas. Francisco López Martín (tr.) Madrid: Akal, 2011.

Este libro, dice Žižek en la introducción, no es apto para postmodernos, defensores del pensamiento débil, o amantes de las texturas rizomáticas… Las relaciones capitalistas de producción en un mundo globalizado han puesto en peligro al planeta entero. Es el momento de no echarse atrás ante la posibilidad de la «imposición violenta de grandes soluciones».

No se trata tanto de defender el estalinismo (lo cual, en el caso de Žižek, no  deja de ser una pose) sino de «problematizar la facilona opción liberal-democrática«. La ideología que segregan las democracias occidentales es una espesa cortina de humo que sirve para legitimar, por ejemplo, la guerra y la tortura, Irak y Guantánamo. Recuérdese a Dick Cheney declarando en televisión que para defender la democracia era necesario «trabajar a oscuras, en silencio, sin cuestionamientos».

La solución de Žižek pasa por restablecer la dignidad política del terror jacobino de Robespierre, de la apuesta de Heidegger por el nazismo o del apoyo de Foucault a la revolución iraní. En los tres casos se trata de «pasos adecuados en la dirección errónea», es decir, a pesar del descrédito de los resultados finales, contienen elementos sin los cuales será imposible salir del atolladero ideológico que mantiene paralizado a Occidente. Si quisiéramos salvar al planeta de la catástrofe ecológica que se avecina es necesario implementar medidas radicales que, nos guste o no, están en el núcleo de las decisiones políticas arriba citadas. Así, citando a Badiou, Žižek defiende:

  • la estricta justicia igualitaria de modo que no sea posible saltarse sin consecuencias el protocolo de Kyoto como hacen China o Estados Unidos o permitir la compra de cuotas de emisión de dióxido de carbono a países del tercer mundo,
  • terror jacobino que limite las libertades del mercado imponiendo castigos implacables a quienes violen las medidas acordadas en organismos internacionales,
  • voluntarismo, es decir, confiar en que podemos cambiar las cosas, echando a la basura todo discurso postmoderno que huela a fatalismo y,
  • confianza en el buen juicio de la voluntad unida del pueblo, la única entidad capaz de romper la inercia de la historia, de poner en aprieto a los poderosos, de crear verdaderos Acontecimientos.

Como todos los libros extensos de Žižek es un texto irregular, repetitivo y, en ocasiones, académico hasta la náusea. Para distinguir, por ejemplo, las teorías políticas de Hegel y Heidegger saca a relucir una «diferencia crucial», presente en «la adición al parágrafo 280» de Elementos de la Filosofía del Derecho.

Tampoco acabó de convencerme lo que suele ser el punto fuerte del discurso Žižek, el análisis irónico de la cultura pop o la cotidianeidad. Nos exige, por ejemplo, que tomemos en serio que tanto 300 (Snyder, 2007) como El código Da Vinci (Howard, 2006) contienen un mensaje oculto intencionadamente subversivo.

Según Žižek en 300 los espartanos representan la resistencia talibán en Afganistán mientras que la soberbia, decadencia y corrupción de los persas serían alusiones al malvado imperio estadounidense. Creo que cualquiera puede reconocer en los valores de los espartanos la enésima apología de la mentalidad del cuerpo de marines. Una visión menos épica y más realista que puede funcionar como antídoto es la serie de televisión de la HBO, Generation Kill (Simon-Burns, 2008).

En cuanto a El Código Da Vinci Žižek cree que en la asexualidad de la protagonista hay una defensa del amor cristiano en su forma universal, paulina, tan reivindicada por Terry Eagleton. En este caso, ni me molesto en desmontar semejante disparate.

En resumen, a pesar de sus defectos (más llamativos que en otros de sus libros), creo que Žižek continúa haciendo las preguntas necesarias y, sólo por eso, ya merece una oportunidad.

Quizás, si no hubiese algo de verdad en las ideas de Žižek, no habría tenido que soportar las dos horas y media de propaganda protofascista de la tercera entrega del Batman de Cristopher Nolan, The Dark Knight Rises (2012). Observe el espectador inexperto cómo el fondo ideológico de la película se reduce a contaminar exactamente aquellos ideales que Žižek reivindica. Se asocia la brutalidad, el caos y el mal a episodios como:

  • el atraco a la Bolsa,
  • los okupas a la bolchevique y
  • los juicios jacobinos sumarísimos.

Para colmo de males, Batman, como el capitalismo y la propiedad privada, nunca mueren, siempre renacen de sus cenizas. No importan las crisis, los ajustes, las burbujas… la capacidad de adaptación del capitalismo es, tal y como insistía Deleuze, alucinante. Elija usted entre la esclavitud y el caos: no hay más.

Otras obras de Žižek comentadas en Diario de lecturas son:

  • Visión de paralaje
  • El frágil absoluto o ¿Por qué merece la pena luchar por el legado cristiano?
  • Irak. La tetera prestada
  • Arriesgar lo imposible. Conversaciones con Glyn Daly

9 comentarios en “Slavoj Žižek: En defensa de las causas perdidas

  1. Buenas. Ante todo, gracias por sus textos y comentarios de libros tan interesantes.

    Siento discrepar con usted sobre este libro de Zizek. A mí me ha parecido un libro fascinante, y a la vez desconcertante, pero he aprendido mucho leyéndolo, descubriendo a autores y filósofos de los que sabía poco o casi nada. Y eso que no soy un experto en filosofía, y me he estancado con algunas partes del libro que me han resultado un poco oscuras. Pero en general no me ha parecido un libro difícil, aunque desde luego requiere cierto esfuerzo y algunos conocimientos.

    No sé hasta qué punto las ideas del Sr. Zizek se corresponderán o no con la realidad. A mí me parece que es muy especulativo y que muchas de las cosas que dice las plantea como meras hipótesis, a veces casi descabelladas y a menudo muy extrañas y antiintuitivas, pero siempre interesantes. Es un libro que me ha hecho pensar y reflexionar mucho, y cuestionar algunas de mis anteriores ideas. E incluso discrepando con Zizek en bastantes cosas, siempre me ha parecido que sus posturas eran muy provocativas. Me encantó especialmente la parte sobre Frankenstein y la Revolución francesa, la discusión sobre Heidegger y el nazismo, y el capítulo sobre Stalin y Shostakovich, muy políticamente incorrecto y lleno de revelaciones sorprendentes (para mí).

    Respecto al análisis de «El Código da Vinci», yo no he visto que Zizek diga que la película o el libro sean de izquierdas, ni mucho menos que defienda el amor o ágape asexual cristiano. Todo lo que dice Zizek es que en el fondo «El Código da Vinci» es una película muy cristiana (cosa bastante obvia), por su concepción del amor paulino, comunitarios, sin sexo, etc. Y Zizek termina diciendo que la asexualidad no es una conducta necesariamente anormal o patológica. Pero yo no he visto que la reivindique como proyecto político ni nada parecido.

    Respecto a «300», yo tampoco estoy de acuerdo con el análisis de Zizek. Está claro que «300» no es una película izquierdista sino todo lo contrario. Pero me parece que aquí Zizek quiere más que nada epatar a la izquierda, marcarse un tanto como pensador independiente, inclasificable, provocador, etc, etc. De todos modos, creo que tiene cierto mérito hacer una lectura izquierdista de una película tan de ultraderecha, tan militarista, tan xenófoba y tan reaccioanaria. Tampoco sé si Zizek hace aquí alguna especie de autoparodia, porque a veces no se sabe muy bien si está hablando en serio o en broma.

    En definitiva, el libro me ha gustado bastante (aunque no siempre lo he entendido del todo), y lo he encontrado muy provocativo y lleno de un montón de ideas interesantes y sorprendentes, aun cuando algunas veces pareciesen absurdas. Saludos.

  2. Hola Anti-taurino,

    muchas gracias por aportar tus ideas al blog y animar a la lectura de Žižek.

    Tienes razón. Quizás me he excedido en resaltar lo que no me ha gustado del libro y he dejado fuera aquellos capítulos que sí me han interesado. Estoy pensando en la parte dedicada a la relación entre Frankenstein y la revolución francesa.

    Para entender bien el disparate que dice Žižek sobre El código Da Vinci tienes que leer a Eagleton y ver cómo asimila marxismo y paulismo.

    Saludos.

  3. Don Eugenio:

    Bueno, debí decir que discrepo con usted sólo en parte. En otras cosas estoy muy de acuerdo. Por ejemplo, en conjunto el libro me pareció un poco caótico, en el sentido de que salta de unos temas a otros constantemente y a veces uno pierde el hilo de lo que intenta decir el autor.

    De todos modos, aunque no me considero capacitado para juzgar el valor de la obra de Zizek, sí querría romper una lanza por él en un sentido.

    Como usted escribe, Zizek plantea preguntas necesarias. Además, hay una cosa que me gusta de Zizek, y es que cuando habla de autores o de filósofos del pasado, como Hegel o Platón, no los trata como letra muerta. Por contra, aplica sus ideas a nuestro mundo actual, a la política, a la ética, a la vida cotidiana. En otros libros de filosofía se trata a los filósofos como si fuesen piezas de museo, como muertos embalsamados que sólo tienen interés histórico. Zizek los desempolva y con él casi parece que son actuales y vivos, que dicen cosas que nos pueden ayudar a entender mejor el mundo en que vivimos. No sé si los interpretará bien o mal, pero con él parece que Hegel y Platón son comentaristas y analistas de la actualidad social y política muy agudos.

    Un saludo.

  4. Hola Anti-taurino,

    creo como tú que Žižek es de los pocos capaces de revivir a un pensador como Hegel, por ejemplo.

    La lectura de los libros extensos de Žižek puede ser algo difícil por la diversidad de enfoques y porque se desvía con frecuencia del tema principal. De todos modos, es casi como El Quijote. A veces lo mejor del libro está en esas disgresiones ajenas al tema central del libro. Esto me ha pasado muchas veces con otros libros de Žižek.

    Encantado de poder intercambiar impresiones contigo.

    Saludos.

  5. Recuerdo que, hace algunos años, una amiga mía que preparaba unas oposiciones para Filosofía de Secundaria (¡qué años aquellos, cuando no se querían cargar la educación pública!) me dijo que uno de los temas que no iba a preparar era el de Hegel. Y me dijo que era porque Hegel «sólo decía locuras» y porque era ininteligible. No sé que diría ahora si leyera a Zizek.

    Por ejemplo, Zizek dice que para Hegel, cuando alguien critica o lanza ataques personales contra otra persona, la crítica no dice nada de la cualidad de la persona criticada, sino de la distorsión de la posición subjetiva del que critica. O que en nuestro Enemigo máximo debemos ver siempre la esencia concentrada de nosotros mismos. O que sólo podemos llegar a la verdad a través del falso reconocimiento y del error (por ejemplo, que para poder conocer bien a una persona hay que haberla juzgado mal previamente). O cuando Hegel dice (según Zizek) que lo único que la apariencia oculta es el hecho mismo de que no hay nada que ocultar. Y muchas otras ideas interesantes. Parece que Hegel no decía tantas locuras y que era un tipo bastante sagaz.

    Estoy de acuerdo en que muchas veces lo más interesante de Zizek es cuando pierde el hilo de lo que cuenta y se pierde en digresiones. Y a veces también es bastante divertido. Aunque no es una lectura fácil.

    No he leído a Eagleton y no puedo opinar sobre su postura. Aunque por lo que veo parece estar próximo a los que dicen que Cristo fue «el primer comunista» y Pablo quien lo sistematizó. ¿No? Gonzalo Puente Ojea sostiene que no es así, que Jesús de Nazaret era un judío ortodoxo que creía en el inminente fin del mundo, y que Pablo nunca quiso tocar el statu quo del imperio romano.

    Igualmente es un placer conversar contigo. Un saludo.

  6. Hola Anti-taurino:

    la síntesis de Hegel con el psicoanálisis es el gran logro de Lacan. La aplicación de las ideas de Lacan a los más variados aspectos de la vida cotidiana (el cine, la política, la postmodernidad, el arte, los huevos Kinder) es parte del atractivo de Žižek.

    En cuanto a Eagleton te recomiendo Los extranjeros. Un libro de ética cuyo mérito principal no son sus conclusiones (que se parecen mucho a tu hipótesis) sino la extraordinaria capacidad divulgativa de Eagleton. Por ejemplo, Levinas siempre había sido un pensador que se me resistía. Después de leer a Eagleton me parece cristalino. Tengo una reseña en el blog por si te interesa: http://auladefilosofia.blogspot.com.es/2011/07/terry-eagleton-los-extranjeros_27.html.

    Saludos.

  7. Hola Eugenio. Sé que es una persona muy ocupada. Sólo me gustaría decirle que coincido con usted en sus miradas a las películas que trata. De esta Batmanada última no pasé de los primeros 15 minutos.
    Como de costumbre, le agradezco que desmenuce libros como este, ensayo repetitivo en su caso, pero interesante para bien de nuestra necesidad de saber, que nunca es poca. ¿Lo de la portada es una guillotina? Recuerdo que el mismo traje de Batman tenía cuchillas, en los antebrazos y en las piernas. La idea global es la que me produce un miedo enorme: la imposición violenta y sin derecho a discrepar o argumentar; es fea, horrible.

  8. Hay un fascismo enmascarado indigno de Christopher Nolan en la última entrega de Batman. Creo que es una frontera que se cruza sistemáticamente. Por ejemplo, la idea de que para vencer al terrorismo hay que practicar la tortura. Ese es un axioma en el cine-propaganda reciente.

    El colmo del absurdo en Batman es que la Bolsa y la Policía aparecen como las víctimas. Basta ver lo que ha ocurrido en Madrid 25 y 26 para tirarse de los pelos. Las víctimas son otras.

    En la portada hay una guillotina. Zizek reivindica el jacobinismo de la Revolución Francesa en el sentido de que es posible cambiar las cosas, de que la política debe servir para algo.

    Últimamente escribo muy poco porque apenas tengo tiempo.

    Un abrazo.

  9. Me ayudan mucho sus explicaciones. Hace tiempo que junto algunas películas profascitas para dar nombre al fenómeno y estudiarlo en mi blog.
    A la Revolución Francesa la he llegado a ver como algo bueno que mutó en un monstruo despiadado que quería matar hasta las semillas. A los pocos años, Napoleón había colocado una forma nueva de aristócratas, los nuevos burgueses en el poder, en lugar de los primeros. Un relevo en los abusos.
    De actualidad está el uso de viejas herramientas históricas como la tortura.
    Me ha gustado mucho la explicación, creo que es digna de citar en cualquier ocasión que se trate el tema. Muchas gracias.

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