Gonzalo Hidalgo Bayal: Paradoja del interventor (2004)

Gonzalo Hidalgo Bayal: Paradoja del interventor. Barcelona: Tusquets, 2006.

Del mismo modo que el protagonista de la primera historia de Si una noche de invierno un viajero… queda atrapado en la estación de tren de una ciudad perdida de provincias, así inicia también Hidalgo Bayal esta interesante novela, Paradoja del interventor. Un viajero desprevenido baja del tren para llenar su botella de agua en la penosa cantina de la estación y cuando viene a darse cuenta, sin previo aviso del interventor, el tren ya ha partido. Sin equipaje, sin dinero, sin papeles, «arrojado por los dioses» a una existencia y una ciudad desconocidas.

A partir de este momento el relato cobra tintes kafkianos pues las primeras impresiones que el viajero obtiene de la ciudad pertenecen al mundo del absurdo. Risa, miseria y desesperación se alternan en los misteriosos personajes que van dándose a conocer: el «hombre del rincón» que sólo habla latín, un doble de Cristo cuyo via crucis se compone de catorce bares de vino recio y peleón, el joven cantinero que sueña con viajar al Misisipi, el heraldo de la muerte que ha tomado la forma de una demacrada y silenciosa prostituta, el afilador y el guarda ferroviario que resultan ser gemelos telépatas, el trapero mondarín, el vendedor de barquillos cuyo destino arranca de un triple siete en la ruleta, y muchos otros, excepto aquel a quien nuestro protagonista realmente necesita, el interventor. Es él quien conoce las respuestas: cuándo pasará otro tren, adónde habrá ido su equipaje. Pero tanto pregunta por el interventor que así es como terminan todos llamándole, en eso es en lo que termina convirtiéndose.

El recién nacido interventor inicia su penoso via crucis existencial en una ciudad hostil, siempre acechado por la sombra del mal absoluto. Frío, hambre, miseria, vejaciones y crueldad son sus inequívocos compañeros de viaje. Creo que es especialmente relevante el papel de la basura, de la materia en descomposición, en la descripción de su existencia. Un poco al modo de Beckett. La ciudad por la que peregrina el interventor es una clara alegoría de la existencia humana. Y esta, en el fondo, atravesada por materia y tiempo, no es más que algo en permanente descomposición, un eterno adiós maloliente. Puede leerse la novela de Bayal como una breve lección de metafísica o como un relato de corte existencialista: el objeto es describir esa segunda existencia, la existencia real a la que somos arrojados sin piedad por los dioses y donde el infierno son los otros.

La solución que el heroico interventor elige para el problema metafísico de la existencia consiste en abdicar, renunciar, escapar, no ser. Del mismo modo que Bartleby, elige ser «la nada para siempre, ser el no ser.» (p. 215)

Por último no me resisto a citar un texto desesperanzado sobre la crueldad sádica innata del adolescente. Allí donde un cierto reflejo rousseauniano nos sugiere buscar la bondad, el interventor sólo halla una expresión más del mal ontológico. Mientras un grupo de descerebrados juega a torturarle robándole su botella talismán el interventor reflexiona:

Eran risas forzadas, risas dueñas del mundo, como las carcajadas góticas del mal ontológico, el énfasis de una perversión natural, pero eran también, naturalmente, risas falsas, la necesidad tribal de afirmarse en la ejecución de una fechoría, de asentarse en los límites de la transgresión y de aferrarse, en fin, con tales prácticas de gamberrismo secundario a la única noción posible de felicidad en el escenario de su triste, aburrida y absurda adolescencia, un período de trivialidad existencial que no dejaba otra escapatoria que la crueldad gratuita y el ocio de la mezquindad. (…) A menundo, pensó, la juventud es una forma de idiotez. (pp. 127-128)

Enlaces:

  1. Entrevista a Gonzalo Hidalgo Bayal en elpais.com
  2. Blog de Gonzalo Hidalgo Bayal

2 comentarios en “Gonzalo Hidalgo Bayal: Paradoja del interventor (2004)

  1. No he podido dejar de pensar en «El guardagujas» de Arreola, con sus tintes kafkianos. Todo trufado de realismo mágico. Improbable pero verosímil.
    Delicioso y obsesivo a la vez.

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