Bernard Malamud: El reparador. J. Ferrer Aleu (tr.) Madrid: Sexto Piso, 2007.
Bernard Malamud (1914-1986) nació y murió en Nueva York. Hijo de inmigrantes judíos procedentes de Rusia, es autor de siete novelas entre las que figuran dos muy conocidas:
- El mejor (The natural, 1952), llevada al cine por Barry Levinson en 1984, y
- El reparador (The fixer, 1967), ganadora del National Book Award y el Pulitzer. Fue llevada al cine por John Frankenheimer en 1968 bajo el título El hombre de Kiev.
El reparador refleja a la perfección el feroz antisemitismo de la Rusia zarista. El protagonista, un judío librepensador, de oficio «chico para todo», es acusado injustamente de un crimen terrible. Es procesado y sufre una serie de humillaciones e injusticias que sólo pueden calificarse de kafkianas. En la historia de Yakov Bok puede leerse la futura barbarie nazi.
El reparador es también conocida gracias a Gilles Deleuze. Según este, Malamud nos recuerda que es posible una lectura analfabeta y mágica de la obra de Spinoza. Así lo siente el protagonista en este conocido párrafo.
—No, señor. Yo no sabía quién ni qué era cuando su libro cayó en mis manos. Si ha leído usted la historia de su vida, sabrá que no era muy apreciado en la sinagoga. Encontré la obra en una librería de viejo de un pueblo vecino, pagué un kopek por ella y me maldije por gastarme un dinero que era tan difícil de ganar. Después, leí unas cuantas páginas y tuve que seguir, como si me empujara un vendaval. Como le he dicho, no lo comprendía muy bien. Pero, cuando uno empieza a interesarse por esta clase de ideas, es como si montara en la escoba de una bruja. Me sentí un hombre diferente. Bueno, esto es un decir, porque, en realidad, he cambiado muy poco desde mi juventud. […] Lo cierto es que soy medio analfabeto. Mi otra mitad posee sólo una formación media. Hay muchas cosas que se me escapan, aunque concentre la atención […] le diré que el libro significa varias cosas según el tema de los capítulos, aunque todas ellas ligadas en el fondo. Creo que lo que él pretendía era hacerse un hombre libre, en la medida en que se lo permitía su filosofía, si puedo expresarme así, escudriñando todas las cosas y relacionándolas entre sí, si es que Su Señoría comprende lo que quiero decir.
(pp. 81-82)
Más sobre Malamud en este artículo del profesor Juan José Coy en El País.